domingo, 8 de junio de 2008

“MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIOS” (Oseas, 6,6)


Mensaje de Monseñor Edmundo Abastoflor para este domingo

Queridos hermanos cristianos:

A todos ustedes les preocupa seguramente la situación de nuestra patria. Los bolivianos no acabamos de entendernos entre nosotros. En vez de irse allanando la situación, parece más bien que se fueran agudizando los problemas y el distanciamiento entre unos y otros. Fácilmente se recurre a actos de violencia y de enfrentamiento, a ofensas y humillaciones. Parece que cada vez con mayor frecuencia se empieza a considerarse como enemigos, de un lado y de otro. Si no detenemos las cosas a tiempo, la violencia va a ir creciendo, como una espiral, con sus nefastas consecuencias.

Las lecturas de este domingo, 8 de junio, nos llaman a la reflexión.

El profeta Oseas (3b-6)nos invita a conocer cómo es Dios, nos dice que su misericordia es “como la lluvia temprana que empapa la tierra” y la hace fructificar para todos. Jesús nos dirá varios siglos después, que su Padre hace salir el sol sobre justos y pecadores. Ambos, el profeta y el mesías, nos están invitando a conocer que Dios es misericordioso y a aprender de Él; a saber perdonar, a ser comprensivos con el otro, con el que piensa o actúa de manera distinta a la nuestra. Jesús nos dice que es más importante la misericordia que la misma oración, que su Padre prefiere la misericordia a los sacrificios que se le pueda ofrecer. Por eso el evangelio de hoy relata que Él se sienta con los publicanos y pecadores, la gente mal vista de entonces, pues son los enfermos y no los sanos los que necesitan más del médico (Mt. 9,9-13)

Las lecturas de hoy son una invitación a conocer mejor a Dios para imitar su manera de ser, para tratar de actuar como Él, de tener sus mismas actitudes. Por eso se dice que “el principio de la sabiduría es el conocimiento de Dios”; porque Él es un Dios cercano, que se preocupa de nosotros, que quiere enseñarnos, que quiere contagiarnos su amor, para que seamos auténticos hijos e hijas suyos.

San Pablo, en la Carta a los romanos (4,18-25), nos exhorta a que confiemos en Dios, a que pongamos nuestra vida en sus manos, a “esperar contra toda esperanza”, como Abraham, porque con su ayuda es posible tener tiempos nuevos, una Bolivia nueva, una Bolivia mejor, una Bolivia de hermanos, donde las diferencias entre unos y otros, en vez de separarnos nos complementen y nos enriquezcan a todos. Que no lleguemos al odio entre hermanos, que no nos venza la desconfianza. Los cristianos estamos llamados a hacer que la vida política y social de cada día, que las relaciones entre grupos, partidos, sectores y movimientos se dejen orientar por los principios del Evangelio, por esa presencia de Dios entre nosotros, en la que creemos y de la que estamos convencidos. Que nuestra relaciones sociales, familiares y de individuos aprendan de y se asemejen a las actitudes llenas de amor y misericordia de Dios para con nosotros.

Su amigo y Obispo

+ Edmundo Abastoflor Montero
Arzobispo de La Paz

1 comentario:

Leonidas del Campo dijo...

gracias mons. por su mensaje a nuestra sociedad necesitada de Dios.